top of page

Blog

Buscar

Heridas de la infancia: herida de humillación


Cuando el alma aprende a esconderse


Herida de humillación
Herida de humillación

La herida de humillación se forma en la infancia cuando el niño o la niña se siente expuesto, ridiculizado, avergonzado o anulado en su dignidad. Puede surgir por comentarios despectivos, burlas, comparaciones hirientes o por haber sido constantemente corregido o castigado por mostrar necesidades, emociones o comportamientos naturales.


Esta herida suele estar muy ligada a vivencias de vergüenza profunda y a una sensación persistente de “no estar bien como soy”.


No siempre se origina en situaciones graves; a veces se instala de forma silenciosa, a través de actitudes sutiles pero repetidas, como reírse de las emociones del niño, hacerle sentir culpable por tener necesidades básicas o exponerlo públicamente en momentos de vulnerabilidad.



¿Cómo se vive esta herida en la infancia?



La infancia es un tiempo de sensibilidad extrema. Cuando el entorno responde con burla, juicio o sobreprotección excesiva, el mensaje que recibe el niño es: “tus emociones son demasiado”, “no deberías ser así”, “molestas”. La consecuencia es una pérdida progresiva de autoestima y una desconexión con el derecho a ser.


Ante esto, el niño suele protegerse desarrollando un patrón de autoanulación, autosacrificio o compensación. Aprende a adaptarse, a no pedir, a anteponer las necesidades de los demás a las propias, para evitar volver a sentirse expuesto o avergonzado.



¿Cómo se manifiesta en la vida adulta?



En la edad adulta, esta herida puede dar lugar a una profunda desconexión con el valor personal. Las personas que la cargan tienden a minimizar sus logros, a sentir culpa cuando se permiten placer o disfrute, y a vivir desde la necesidad de no molestar o no destacar.


También es habitual que haya una sobreidentificación con el rol de “cuidadora” o “salvadora”, dejando en último lugar las propias necesidades.


Algunos patrones frecuentes:


  • Sentimiento constante de culpa o vergüenza sin motivo claro

  • Dificultad para poner límites y hacerse respetar

  • Tendencia al autosabotaje o a la autodevaluación

  • Incomodidad al recibir elogios, ayuda o reconocimiento

  • Conductas de autosacrificio para sentirse válida o aceptada

  • Reacciones intensas ante cualquier forma de crítica, juicio o exposición




La vergüenza como prisión invisible



Una de las emociones más presentes en esta herida es la vergüenza. Pero no una vergüenza visible o explosiva, sino una vergüenza silenciosa que vive dentro, que bloquea la expresión auténtica, el placer, la libertad y la espontaneidad.


Esa vergüenza puede llevar a esconderse incluso de una misma, a rechazar el propio cuerpo, la voz, los deseos… hasta olvidar quién se es realmente.


Sanar esta herida implica volver a reconocer el valor de la propia existencia, sin condiciones.

Darse el permiso de ser. Sin culpa. Sin esconderse. Sin pedir perdón por existir.



¿Cómo comenzar a sanar?



El camino de sanación de la herida de humillación es delicado y profundo. Requiere ternura, compasión y un espacio seguro donde ir devolviendo dignidad a lo que fue negado o reprimido.


Claves para este proceso:


  • Reconocer la historia sin juicio, dándole lugar al dolor retenido

  • Desactivar creencias de culpa asociadas al disfrute y a los deseos propios

  • Reaprender a cuidar de una misma sin autosacrificio

  • Recuperar la conexión con el cuerpo, el placer y la voz propia

  • Sanar la relación con la imagen corporal y la autoestima

  • Cultivar relaciones donde se respete la autenticidad y la libertad de ser




Conclusión: volver a ocupar el propio lugar



La herida de humillación es una de las más invisibles, pero también una de las que más condicionan la capacidad de disfrutar, de expresarse y de sentirse merecedora de una vida plena.


Sanarla no significa enfrentarse al pasado con rabia, sino mirarlo con una nueva consciencia y recuperar poco a poco lo que fue olvidado: la alegría de ser una misma, sin vergüenza, sin culpa, sin máscaras.


Volver a ocupar el lugar que siempre ha sido propio.




¿Sientes que esta herida sigue viva en ti?



El Pack Sanación de la Niña Interior con péndulo hebreo puede acompañarte a sanar el origen de esta herida: las vivencias tempranas que afectaron tu dignidad, tu autoestima y tu derecho a expresarte tal como eres.


En este proceso trabajamos energéticamente el proyecto sentido, las memorias de infancia, las creencias de vergüenza o culpa, y los bloqueos que te impiden vivir con libertad interior.


Es una invitación a recuperar tu valor, tu placer, tu voz.

Con suavidad, con presencia, con respeto.


Puedes ver toda la información del pack

, o escribirme directamente si necesitas orientación personalizada.

Sanar es posible. A tu ritmo. Sostenida.

 
 
 

Comments


Copyright© 2025 Céline Escourrou

bottom of page