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Heridas de la infancia: herida de injusticia

Herida de injusticia
Herida de injusticia

La herida de la injusticia: origen y manifestaciones en la vida adulta


Las heridas emocionales que se originan en la infancia pueden dejar huellas profundas en la forma en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás. Una de las más comunes es la herida de la injusticia, que suele desarrollarse entre los 4 y los 6 años, especialmente en entornos donde predominan la rigidez, la exigencia y la falta de expresión emocional.


Esta herida se genera habitualmente en el vínculo con el progenitor del mismo sexo, cuando la relación se vive desde una percepción de frialdad, inflexibilidad o falta de reconocimiento emocional. En contextos donde se impone una educación autoritaria, el niño o la niña interpreta que no tiene derecho a expresar lo que siente, y en respuesta a ello, el inconsciente comienza a construir mecanismos de defensa para sobrevivir emocionalmente. Uno de los más comunes es desconectarse de las emociones, desarrollar un sentido de autoexigencia elevado y evitar mostrar vulnerabilidad.


Con el paso del tiempo, esta herida se manifiesta en la adultez de diversas formas: necesidad de perfección, intolerancia a la crítica, dificultad para aceptar puntos de vista diferentes, rigidez mental, y una profunda resistencia hacia figuras de autoridad, especialmente si éstas evocan inconscientemente la figura parental que originó la herida.


Algunas características frecuentes en personas que cargan con esta herida son:


  • Autoexigencia extrema y necesidad de hacerlo todo “bien”

  • Perfeccionismo rígido, asociado a un ideal de justicia

  • Dificultades para poner límites o aceptar errores

  • Opiniones vividas como verdades absolutas

  • Rechazo hacia la autoridad o figuras jerárquicas

  • Búsqueda constante de hacer lo correcto, guiadas por valores como la honestidad, la integridad y el respeto


Además, es habitual que en el ámbito laboral, especialmente en la relación con jefes o superiores, se activen respuestas emocionales intensas cuando se perciben situaciones como injustas o cuando la autoridad recuerda inconscientemente a la figura materna o paterna.


Comprender el origen de esta herida no implica justificar el dolor vivido, pero sí permite mirarlo desde una perspectiva más amplia y compasiva. La toma de consciencia es el primer paso para sanar. Al integrar estas experiencias y liberar las emociones retenidas, es posible transformar esa rigidez en sensibilidad, y la exigencia en autenticidad.


Las heridas de la infancia no definen a la persona, pero sí ofrecen una oportunidad profunda de transformación interior.



¿Te reconoces en la exigencia, el perfeccionismo o la necesidad de hacerlo todo bien?


La herida de injusticia suele esconder un corazón que no fue validado, que aprendió que para merecer debía esforzarse más que nadie.


El Pack Sanación de la Niña Interior con péndulo hebreo está diseñado para ir al origen de esa herida: el ambiente autoritario, la sensación de no haber sido escuchada, y el mecanismo de desconexión emocional que el inconsciente activó para protegerse.


A través de un trabajo energético profundo, devolvemos espacio al sentir, desmontamos viejas creencias y reactivamos la confianza en tu valor, sin exigencias ni máscaras.


Si deseas empezar este proceso de sanación, puedes leer más aquí o escribirme directamente para que te oriente.

No tienes que seguir sosteniéndolo todo sola.


 
 
 

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